Power y velocidad: Arozarena rompe otra vez la barrera 20/20 y se codea con la élite de MLB
- Yirsandy Rodríguez Hernández
- 30 jul
- 7 Min. de lectura
La historia del béisbol se escribe en rachas, pero pocas resisten el peso de cinco años consecutivos. Anoche, mientras Seattle navegaba en un mar de derrota temprana (4-0 ante Oakland), Randy Arozarena convirtió la resignación en combustible. En la cuarta entrada, con Jorge Polanco al bate y Luis Severino en el montículo, su explosión hacia la segunda base —limpia, calculada, imparable— selló su vigésimo robo de 2025. Así, en apenas 106 juegos —su ritmo más veloz—, Randy entró al exclusivo círculo de cinco temporadas 20/20 consecutivas. Este logro redefine su historia entre el legado cubano en las Mayores y lo sitúa junto a titanes como Bobby Bonds y Carlos Beltrán.
La agresividad como sello: Más allá del marcador
No hay duda de que los récords siempre encierran un contexto especial. La forma en que Randy alcanzó su marca 20/20 anoche es un microcosmos de su valor único. No fue un robo decorativo con una ventaja cómoda. Fue su cuarto robo de la temporada con los Marineros perdiendo por al menos tres carreras. Es una agresividad intrínseca, una creencia inquebrantable de que cada base cuenta; cada oportunidad de avanzar es un paso hacia remontar. Este año, Randy ha robado cinco bases en lo que Statcast define como “situaciones de alta presión”: dos con el juego empatado y tres con desventaja de una sola carrera.
Los Marineros no solo confían en su capacidad para enfrentar los momentos difíciles: también saben que Randy puede cambiar el rumbo del juego cuando está corriendo las bases. Sí, el 55% de sus robos han llegado con Seattle ganando por dos o más, lo cual muestra su efectividad de élite. Pero ese 45% restante, robando desde atrás o con el juego empatado, revela una mentalidad competitiva feroz.
Es la misma mentalidad que le permitió superar sus propios récords de velocidad hacia el 20/20. Hasta este año, sus máximos jonrones en el juego 106 eran 18 (2023). Sus máximos robos en ese punto eran 21 (2022), pero entonces solo tenía 14 cuadrangulares. En 2025, llegó al hito con la combinación perfecta: poder oportuno (20 HR) y velocidad constante (20 BR), todo antes de lo habitual. No es solo llegar a la próxima almohadilla. Randy busca mucho más que eso: se trata de determinación, sin importar el marcador. Esta consistencia explosiva lo proyecta ahora hacia un territorio aún más sobresaliente: 28 jonrones y 28 robos, rozando la posibilidad de su primera temporada 30/30 si mantiene este ritmo en la segunda mitad. Sus números actuales (.353 wOBA, 134 wRC+, 3.0 fWAR) y la proyección de 4.6 fWAR sugieren que tiene el combustible.
El legado cubano: cruzando el puente de Canseco
La historia del béisbol cubano en las Grandes Ligas está bordada con nombres legendarios. Sin embargo, en el específico dominio de combinar poder de jonrón y velocidad de élite en los primeros años de carrera, solo dos nombres resuenan por encima del resto: José Canseco y Randy Arozarena. Con ese robo anoche, Randy no solo aseguró su temporada 20/20, sino que reforzó su lugar en un dúo exclusivo. En los primeros 747 juegos de sus carreras, ambos son los únicos peloteros nacidos en Cuba en alcanzar la cima de 100 jonrones y 100 bases robadas. Las cifras cuentan historias paralelas pero distintas:
-José Canseco (Oakland): 174 HR, 103 SB, .267/.345/.505 (OPS .850). Canseco fue un huracán de poder bruto, acumulando jonrones a un ritmo asombroso en esa etapa inicial. Sus robos fueron significativos, pero claramente secundarios a su capacidad para cambiar el juego de un solo golpe.
-Randy Arozarena (St. Louis/Tampa Bay/Seattle): 111 HR, 120 SB, .253/.347/.440 (OPS .786). Randy, mientras exhibe un poder contundente, ha construido su marca en un equilibrio más pronunciado. Sus 120 robos superan ampliamente a Canseco en el mismo lapso y, de hecho, a cualquier otro cubano en la historia en ese punto de sus carreras. Es una combinación de explosividad y robo de base fundamental que incluso Oliva (poco propenso a robar) o Puig (cuyo ritmo de robo decayó) no igualaron en volumen acumulado tan temprano.
Canseco fue el prototipo del poder latino explosivo. Randy es su evolución: poder más velocidad, agresividad más control. Juntos, son faros únicos en el espectro del juego completo nacido en la isla. Su logro compartido subraya la rareza de esta combinación de habilidades, especialmente cuando se despliega con tal consistencia año tras año.
La cámara de los espejos: Bonds, la elite y la persistencia de Randy
Cinco temporadas consecutivas 20/20. La cifra por sí sola coloca a Arozarena en una estratosfera estadística. Solo José Ramírez (también activo, con Cleveland) ha igualado esa racha desde 2021. Iguala a Mike Trout (2012-2018) por la tercera mayor cantidad de temporadas 20/20 por un bateador de la Liga Americana en la historia, solo superado por los siete de José Ramírez (2018-2025) y las seis de Alex Rodríguez (1997-2007). Es el tercer latino nacido fuera de EE. UU. en lograr cinco consecutivas, uniéndose a Bobby Abreu (6, 1999-2005) y al propio Ramírez. El sábado pasado ya había entrado en otro club selecto: uno de solo 4 bateadores diestros (9 en total) con 20+ HR en cada una de las últimas cinco campañas.
Pero para entender el verdadero peso de lo que Randy está logrando ahora, en el contexto de su carrera en desarrollo, hay que mirar la lista de quienes dominaron el poder-velocidad desde el mismo arranque: Los jugadores con más temporadas de 20+ HR y 20+ BR dentro de sus primeras siete temporadas en las Grandes Ligas:
Bobby Bonds, 6 (1969-1974): El estándar de oro. El “Padre” (de Barry) fue una fuerza de la naturaleza. No solo logró seis temporadas 20/20 seguidas para empezar su carrera, sino que incluyó dos campañas con 30/30 (1969: 32 HR/45 BR; 1973: 39 HR/43 BR) y rozó una tercera (1970: 26 HR/48 BR). En sus primeros siete años, acumuló 186 HR y 343 BR, números que gritan una combinación de potencia prodigiosa y velocidad alucinante. Bonds no fue solo veloz; fue un ladrón de bases de alto volumen con poder de jonrones de clean-up. Su capacidad para sostener esa producción dual, año tras año, sin precedentes ni paralelos en los inicios de una carrera, lo sitúa en un pedestal solitario. Fue un cometa que iluminó la década, definiendo lo que significaba ser un jugador de poder-velocidad de cinco herramientas antes de que el término fuera omnipresente.
Carlos Beltrán, 5 (1999-2004): El “Boricua de Oro” estalló con los Royals, combinando gracia defensiva en el jardín central con una electrizante combinación de poder y velocidad a ambos lados del plato. Su racha 20/20 comenzó con un impactante 22/27 como Novato del Año en 1999. Culminó con una temporada monstruosa en 2004 (38 HR/42 BR para Kansas City y Houston), siendo uno de los únicos dos jugadores (junto a Alex Rodríguez) en alcanzar 35+ HR y 35+ BR esa temporada. Beltrán personificó la consistencia y la inteligencia en las bases durante esta etapa fundacional de su carrera Hall of Fame.
Eric Davis, 5 (1986-1990): “Eric the Red” fue quizás el talento más explosivo y vertiginoso de la lista. Su apogeo con los Reds fue una exhibición de atletismo puro y potencia descomunal. En 1986, su primera temporada completa, fue 27 HR/80 BR. Al año siguiente, en solo 129 juegos, produjo una de las temporadas más dominantes por juego de la historia: 37 HR, 50 BR, 120 carreras, 100 impulsadas, con un OPS de .991. Davis jugaba con una intensidad y una velocidad que dejaban sin aliento, aunque su estilo agresivo y las lesiones truncaron lo que pudo ser una de las carreras más grandes.
Darryl Strawberry, 5 (1984-1988): La “Fresa” fue la fuerza ofensiva central de los poderosos Mets de mediados de los 80. Su swing zurdo, largo y poderoso, producía jonrones monumentales (lideró la NL en 1988 con 39). Pero Strawberry también tenía velocidad en sus piernas. Robó 26 o más bases cada año de su racha inicial de 20/20, alcanzando un máximo de 36 en 1987 (año en que también conectó 39 HR). Fue una figura dominante e intimidante en el corazón de la alineación de un campeón (1986).
Randy Arozarena, 5 (2021-2025): Como se detalla, su consistencia año tras año desde su irrupción completa en 2021 es notable. Ha logrado el hito con diferentes equipos, manteniendo su firma de poder oportuno y agresividad en las bases incluso tras su cambio a Seattle. Su proyección apunta a su primera temporada 30/30.
Mike Trout, 4 (2012-2017): Aunque “solo” 4 temporadas 20/20 en este lapso específico de sus primeros siete años, el “Millville Meteor” mostró un potencial dual increíble desde el principio. Su temporada de Novato del Año (2012) fue 30/49. Logró 20/20 de nuevo en 2013 (27/33) y 2016 (29/30), rozando el 30/30 en ambas. Su cuarta fue en 2017 (33/22). Las lesiones posteriores limitaron su producción en bases robadas, pero su explosividad inicial fue parte integral de su dominio temprano.

Ahí reside Randy: empatado en el segundo puesto histórico, junto a gigantes como Beltrán, Davis y Strawberry—tres jugadores que, además de sus rachas 20/20 iniciales, terminaron sus brillantes carreras con más de 250 HR y 200 BR cada uno, encarnando la definición misma de la combinación poder-velocidad a largo plazo. Davis, en particular, fue un meteoro cuyo ritmo en su apogeo (por ejemplo, 37 HR y 50 BR en 1987) solo ha sido superado por Ronald Acuña Jr. (41 HR, 73 BR en 2023) y el fenómeno Shohei Ohtani (54 HR, 59 BR en 2024). Strawberry desplegaba un poder zurdo aterrador desde el comienzo con los Mets. Beltrán fue el epítome de la consistencia elegante y la inteligencia en las bases durante dos décadas.
Randy Arozarena se ha ganado su lugar en esta galería. Ha logrado esta hazaña con diferentes equipos (Rays, Marineros), superando la volatilidad de un cambio a mitad de temporada en 2024 con una determinación característica. Mientras un inmortal del juego como Bobby Bonds mira desde lo más alto con sus seis temporadas inalcanzables en los siete primeros años, Randy se consolida justo debajo, junto a leyendas.
Su proyección actual de 28/28 nos indica que el 30/30 podría ser su próximo hito. Pero incluso sin alcanzar esa memorable categoría, la historia ya está escrita. Cinco veces 20/20. Cinco veces consecutivas. En los primeros siete años. Junto a Beltrán, Davis, Strawberry. Detrás solo del imparable Bobby Bonds. También representa al poder latino, junto a José Canseco, en la cima del béisbol cubano. En un juego que a menudo celebra lo especializado, Randy Arozarena es un recordatorio electrizante, juego tras juego, robo tras robo, jonrón tras jonrón, del poder incomparable de hacerlo todo.
Su ritmo es infalible. Su lugar, ahora, es innegablemente entre la élite.

























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