64 SNB | Una remontada al estilo de los Leñadores campeones
- BaseballdeCuba

- 1 oct
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El béisbol es un relato de nueve actos, pero a veces la historia exige un epílogo. En el Estadio Julio Antonio Mella, ante aproximadamente 3000 almas, los Leñadores de Las Tunas escribieron el suyo con una tinta de puro dramatismo: remontaron un déficit de tres carreras en la décima entrada para finalmente doblegar 8-7 a Mayabeque en 11 innings.
La tarde había comenzado con el dominio silencioso del abridor de Mayabeque, Albert Valladares. Durante cinco entradas, el diestro tejió una estela de lanzamientos precisos, permitiendo apenas dos hits y silenciando a una alineación de Las Tunas que lucía inofensiva. Mientras tanto, su equipo construía una ventaja poco a poco. Alexander Pozo remolcó la primera con un sencillo en el primer inning. Un error del campocorto Luis Pérez permitió que Dennis Laza anotara en el cuarto. Y el mismo Laza, en el sexto, conectó un solitario vuelacerca ante el relevista Rubén Rodríguez para extender la ventaja a 3-0.
Parecía un guion sencillo: lanzamiento dominante y ofensiva justa. Pero en el sexto, el primer pelotazo de la tarde, un lanzamiento de Duvier Peña que impactó a Yuniesky Larduert, fue la primera grieta. Otro pelotazo, esta vez de Héctor Bermúdez a Yordanys Alarcón, puso a dos corredores en base. Un rodado de Roberto Baldoquín permitió anotar la primera carrera de Las Tunas, rompiendo el hechizo, pero dejando a los locales aún a dos carreras, 3-1.
El partido se mantenía en ese delicado equilibrio hasta que llegó el octavo episodio. Con un out, Yordanys Alarcón conectó un doble. Fue el detonante. Osniel Basulto relevó a Bermúdez y lo que siguió fue un estallido: Roberto Baldoquín, con un monumental cuadrangular de tres carreras, volcó el marcador. De la resignación surgió la euforia. Las Tunas lideraba 4-3, y parecía que la remontada se había consumado.
Pero Mayabeque, que había dejado nueve corredores en base durante la tarde, no se rendiría. En la novena, con el cerrador Alberto Civil en el montículo, Lázaro Ponce conectó un sencillo. Carlos Carralero entró a correr por él, avanzó a segunda tras un rodado, y con dos outs, el emergente Lázaro Capote, en sólo su cuarto turno oficial de la temporada, bateó un demoledor doble al jardín central que empató el juego. Era el turno de un héroe improbable, y Capote había respondido.
La décima entrada fue un torbellino de estrategia y nervios. Con el corredor fantasma en segunda, Mayabeque ejecutó un toque de sacrificio para colocar a los corredores en segunda y tercera. Las Tunas optó por lo predecible: pasaron intencionalmente a Dennis Laza para llenar las bases. La jugada pareció dar resultado cuando Alexander Pozo sacó un elevado al center que no fue lo suficientemente profundo para anotar. Pero entonces, con dos outs, Yoasán Guillén conectó un sencillo al izquierdo que remolcó a dos corredores. Para colmo, un passed ball del receptor Deismel Hurtado permitió que el propio Laza anotara desde tercera. Tres carreras. Mayabeque volvía a ponerse arriba, 7-4, y ahora sí, la victoria parecía un hecho.

Sin embargo, el corazón de los Leñadores no tenía intenciones de parar. En el fondo de la décima, con Adrián Sosa en el montículo para Mayabeque y los corredores fantasma en base, Yordanys Alarcón se plantó en la caja. Con un poderoso batazo, envió la pelota por encima de la valla del jardín izquierdo. Un cuadrangular de tres carreras. Un empate, otra vez, ahora 7-7. El estadio enloqueció. Era el segundo jonrón de la tarde para el núcleo ofensivo de Las Tunas, que combinó (Alarcón y Baldoquín) para 5 de las 8 carreras y 7 de las 8 carreras impulsadas del equipo.
El desenlace llegó en el undécimo inning. Con Keniel Ferráz conteniendo a Mayabeque en la parte alta, el relevista Adrián Sosa, ya herido por el jonrón de Alarcón, tuvo que volver a la loma. Con corredores en segunda y primera (la regla del corredor fantasma), Luis Pérez ejecutó un toque de sacrificio perfecto para mover a los corredores a segunda y tercera.
Mayabeque, aprendiendo de su error anterior, pasó intencionalmente a Maykel Molina para llenar las bases y buscar un out en cualquier almohadilla o un doble play. Pero Deismel Hurtado, el receptor cuyo passed ball había dado una carrera a Mayabeque, tuvo su oportunidad de redención. Conectó un rodado hacia la tercera base. No fue un hit contundente, pero fue suficiente. Roberto Baldoquín cruzó el plato con la carrera de la victoria, desatando la celebración final.
Fue un triunfo forjado desde el abismo. Uno de los clásicos regresos a los que nos tienen acostumbrados estos Leñadores. Una lección más de que, en el béisbol, hasta el último out no hay nada escrito.




















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