Hay tres momentos en la carrera de Danger Guerrero que nunca olvidaré, y dos de ellos terminaron con su acostumbrada celebración: levantando las manos, mientras disfrutaba la emocionante sensación del éxito.
Si tuviera que elegir su momento más icónico, el out en home para finalizar la serie de Cuartos de Final entre el Habana vs Pinar del Río durante la postemporada de 2007 en la 46 Serie Nacional, sería mi favorito. A un out de la victoria 8-7, con el estadio Capitán San Luis abarrotado de afición en el decisivo Juego 5, Luis Enrique Gavilán abrió la décima entrada conectando sencillo ante Miguel Lahera. Mijaín Rivera corrió por Gavilán en la inicial, y alcanzó el segundo cojín con un sencillo de línea de Onel Olivera al jardín central.
Lahera había admitido apenas cuatro hits desde que entró a relevar al abridor Jonder Martínez, quien soportó seis carreras limpias en 6 ⅔ innings. Y entonces llegó el gran momento. Luis Giraldo González bateó un sencillo de rolling al leftfield, y el corredor de segunda, Mijaín Rivera, dobló desaforadamente buscando llegar safe al home para empatar el partido. En el left, Orlando Lavandera, que había entrado en el noveno capítulo por Rafael Orta como cambio defensivo, estaba posicionado a la perfección. Ante un bateador que produjo línea de apenas .136/.345/.136, sin extra bases y con solo una remolcada durante la temporada regular, Lavandera estaba a pocos metros detrás del torpedero José Antonio “Candelita” Iglesias.
De cualquier manera, nunca es fácil para un jardinero recoger un rodado en movimiento y tirar al plato de forma certera, pero Lavandera desde aquellos inicios en Series Nacionales demostró sus habilidades defensivas: barrió con su guante, disparó al pentágono y, con tiempo, Danger Guerrero recibió el tiro para sentenciar a Rivera en el plato.
¡Out en home! ¡Y los Vaqueros clasificaron a la Semifinal!
Danger esperó a Rivera con picardía, y lo sorprendió sin contratiempos en el plato. El umpire de home, Luis César Valdés, decretó el out final, y la combinación “7-2” de los Vaqueros, Lavandera-Guerrero, le daba al equipo un éxito para el recuerdo: era la primera vez que el Habana le ganaba un Juego 5 y decisivo a Pinar del Río en playoffs.
Los Vaqueros se impusieron después de explotar a Pedro Luis Lazo en el segundo capítulo, anotándole siete carreras, tras completar una sola vuelta del lineup.
*Le batearon de 9-6 a Lazo, y “Candelita”, en su temporada como novato, prácticamente provocó la explosión del “Rascacielos” pinareño, conectándole un hit al right con bases llenas. En la jugada, Iglesias se anotó la empujada que rompió el empate, 2-2, y un error de Raidel Hernández en el rightfield, intentando recoger la pelota, permitió que el resto de los corredores llegaran al plato.
Obviamente, ese no fue el juego que tuvo como principal protagonista a Danger Guerrero. Era la noche de Ernesto Molinet, quien bateó de 5-3 con par de dobles y tres empujadas. Una de esas remolcadas, fue la decisiva, cuando sacudió un doble de línea al center ante el diestro Vladimir Baños, que le dio ventaja al Habana, 8-7, durante el inicio décimo inning. Esa fue la única carrera que los Vaqueros le anotaron a Baños, quien relevó magistralmente por espacio de nueve entradas, con cinco ponches y un solo boleto (intencional) luego de relevar a Lazo en el inicio del segundo episodio.
A la ofensiva, Danger bateó de 4-1, con una anotada, y aunque no fue una noche efectiva detrás del home, e increíblemente el dúo Jonder-Lahera no pudo ponchar a ningún oponente tras enfrentar a 46 bateadores, los Vaqueros obtuvieron la victoria.
Y ese resultado, era todo lo que buscaba el “guerrero” Danger en cada batalla detrás del home: ganar juegos de béisbol, sin importar cuánto se exponía su físico, mientras intentaba establecer una estrategia para limitar los swings de cada rival en la caja de bateo.
Usualmente, cuando recordamos el imponente staff de picheo que logró el Habana a mediados de los años noventa e inicio de la década de 2000, se hace poca referencia al trabajo de los receptores. Pedro Luis Rodríguez (6), Alexis Hernández (2), William Santiesteban (8), y Danger Guerrero (4), fueron los cátchers con al menos dos campañas y 300 innings acumulados a la defensiva, recibiéndole al picheo del Habana en las décadas de 1990 y 2000.
Santiesteban fue el cátcher que más veces superó la barrera del 50% en cogidos robando, durante las Series 38, 41 y 43. Sin embargo, Pedro Luis Rodríguez dejó el récord en aquellos años, cuando capturó a 21 de los 36 corredores que intentaron robarle durante la 29 Serie Nacional. En la 47 Serie, Danger Guerrero terminó con la segunda mejor marca entre receptores del Habana, tirando para un 54.3% de efectividad (cogió a 25 de 46). Todos, sin lugar a dudas, contribuyeron a sus respectivos equipos, pero en la historia, Danger fue el único que logró ser campeón nacional con los Vaqueros.
Quizás, el fornido Guerrero de Quivicán no contaba con la habilidad de otros receptores en su época, capaces de encantar combinando movimientos técnicos y elegancia detrás de cada swing de sus oponentes. Sin embargo, Danger suplía esa exhibición de maestría con toneladas de coraje, convirtiéndose en un auténtico guardián del plato. Sí, el “guerrero” Danger siempre fue el tipo de cátcher que no le temía a las colisiones con los corredores, y buscaba la más mínima posibilidad de evitar carreras.
En otras palabras: no ganas con estilo—aunque el estilo también es parte del espectáculo beisbolero—, porque lo más importante en el trabajo de un cátcher es evitar carreras como sea posible. Y esa asignatura, Danger la aprobó con resultados y carácter durante 16 temporadas*.
*Danger jugó 6544 ¹/₃ innings, para un promedio de 409 INN por temporada, el 20mo entre los cátchers de todos los tiempos en Series Nacionales.
Aunque su trabajo en ocasiones fue subvalorado, la entrega y amor a la camiseta, definieron el legado de Danger, haciendo honor a su apellido Guerrero.
Después de seis años sin jugar, quizás la noticia más sorprendente de esta postemporada de 2022, es que Danger Guerrero regresó al béisbol activo en Series Nacionales.
Así que, aquella despedida como refuerzo con los Cocodrilos de Matanzas, dirigidos por Víctor Mesa en 2016, ya no será el final de la carrera del ídolo de Quivicán. Como sucedió durante 11 campañas, Danger volvió a unirse con Michael González, quien lo colocó entre los jugadores que fueron dados de alta por los Huracanes, para el Juego 6 ante los Tigres, tras las bajas del cátcher Javier Carabeo, y los lanzadores Yulian Quintana y Marlon Vega, quienes se unieron a la preselección del equipo Cuba Sub-23.
Sí, esa es la gran pregunta del momento: ¿cuál fue la razón por la que el manager de los Huracanes, Michael González, decidió traer a Danger de regreso? Michael ofreció declaraciones sobre su decisión, pero está claro que el movimiento buscaba más inspiración que resultados competitivos. En lugar de otro pelotero joven de la posición, Michael optó por darle a Danger Guerrero la oportunidad de vivir una experiencia diferente al retiro forzado por el que pasó.
Para Danger, era el regreso al escenario de los playoffs después del jonrón que le conectó al estelar relevista pinareño, Liván Moinelo, para igualar 6-6 el marcador del Juego 4 de la Semifinal Matanzas-Pinar del Río en 2016. A diferencia de aquel momento, Danger entró al plato este lunes con los Huracanes a dos outs de perder por nocaut, 11-1, y ser eliminados por los Tigres de Ciego de Ávila en esta serie de Cuartos de Final.
Aun así, Danger disfrutó el turno con total disposición, como si fuese el decisivo, y en cuenta de 1-2, su swing descargó un sencillo de fly a lo corto del leftfield. El público que se quedó hasta el último out apoyando a los Huracanes en el estadio Nelson Fernández de San José de las Lajas, comenzó a corear: ¡Danger! ¡Danger! ¡Danger!, y el veterano cátcher saludó a la fanaticada desde la inicial, levantando sus manos como muestras de agradecimiento.
En números, fue el hit 821 de Danger Guerrero en su carrera, seis años después de su retiro oficial. Pero esa es sólo una estadística, que está bastante lejos de describirnos cuántos sentimientos encontrados nos genera el béisbol.
Para Danger Guerrero, la gran historia no fue precisamente su regreso: era, seguro estoy, la posibilidad de volver a vestir el traje de los Huracanes de Mayabeque, compartir con sus compañeros, sentir el afecto de la fanaticada y, por supuesto, el hecho de ver acción en el terreno de juego.
Quizás, ahora sí esté listo para el adiós definitivo.
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