El Leadoff: Cuando el béisbol se niega a terminar
- Yirsandy Rodríguez Hernández
- hace 1 día
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El estadio Victoria de Girón respiraba este sábado con la ansiedad densa y familiar de lo inevitable. No era solo otro juego entre Pinar del Río y Matanzas; era un capítulo sin precedentes que había torcido las reglas no escritas del tiempo en el béisbol. Cuatro juegos consecutivos. Cuarenta y dos entradas de pelota. Y, al final, una nueva línea en el libro de los récords de las Series Nacionales Cubanas. Mientras Noelvis Entenza ponía el último out, sellando la victoria 10-9 de los Cocodrilos en 10 entradas, una curiosidad estadística dejaba de serlo para convertirse en historia. Por primera vez, dos equipos cubanos habían decidido cuatro enfrentamientos seguidos en innings extras.*
*Sí, esta podría ser otra edición de “Lo nunca visto” aquí, en tu columna de El Leadoff. ¡Desempolvemos algunas historias de béisbol!
Pero, como casi todo en el béisbol, este presente extraordinario tiene un eco en el pasado. Para encontrar el último suspiro de una hazaña similar, hay que viajar mentalmente a noviembre de 1991, a la serie en que se enfrentaron los Tigres de Ciego de Ávila con los Leñadores de Las Tunas. Una serie de tres juegos que, como si estuvieran unidos por un hilo invisible, se extendieron más allá de lo previsto, forjando una leyenda de resistencia y tensión que solo ahora, 34 años después, ha sido superada.
Noviembre de 1991: La guerra de desgaste en Ciego de Ávila
El béisbol de 1991 olía a polvo, sudor y determinación. Hubo walk-offs gloriosos con vuelacercas, carreras manufacturadas con astucia, errores en momentos críticos y lanzadores que se negaban a ceder. La serie del 16 y 17 de noviembre en el estadio José Ramón Cepero fue un monumento a la paciencia.
Juego 1 (16 de noviembre, 13:30 PM): El duelo de titanes
El primer acto fue una obra maestra del pitcheo. Por Las Tunas, Juan Carlos Pérez Rondón tejía una de las hazañas más impensables del béisbol cubano: 13 entradas completas, 16 ponches, 7 bases por bolas, pero cero carreras limpias permitidas. Su rival, Julio Mantilla por Ciego de Ávila, respondía con 12 entradas de apenas 1 carrera, que no fue limpia. El marcador era un tenso 0-0 que se extendía hasta la entrada 13, donde la resistencia humana tiene un límite.
Las situaciones de aquella tarde parecían un tratado sobre la frustración. Ciego de Ávila dejó 11 corredores en base. Las Tunas, 10. Hubo oportunidades de oro para ambos bandos, pero los pitchers apagaban cada amenaza. Hasta que en la parte alta de la 13ª, con Mantilla fuera del juego y relevado por Iván González, la defensa de Ciego de Ávila finalmente cedió. Pablo Civil llegó a primera por error del segunda base Juan García. Abeisy Pantoja recibió base por bolas. Un doble play eliminó a dos corredores, pero Civil avanzó a tercera.
Luego, en una jugada que resume la naturaleza de ese partido, Félix Cabrera se embasó por un error del nuevo lanzador, Iván González, permitiendo que Civil anotara la única y sufrida carrera del juego. Pérez Rondón, con el uniforme empapado después de 13 entradas de trabajo titánico, cerró el partido en la parte baja, dejando a los de Ciego de Ávila con el amargo sabor de una carrera sin hit que les dio la victoria a los visitantes. Final: Las Tunas 1 - Ciego de Ávila 0 (13 entradas).
Juego 2 (16 de noviembre, 16:30 PM): La respuesta agónica
Solo unas horas después, los equipos volvían al diamante. Si el primer juego fue un duelo de pitchers, el segundo fue un combate de desgaste. Las Tunas parecía llevarlo tranquilo, con un 4-0 en la primera entrada ante un Iván González que no duró ni un inning completo. Pero el pitcheo de relevo de Ciego de Ávila, liderado por Aldo Gutiérrez, contuvo la hemorragia. Poco a poco, los Toros fueron remontando: 1 carrera en el segundo, 3 más en el cuarto para empatar 4-4.
El partido se sumió en otro maratón. Entrada tras entrada, la tensión crecía. En la parte alta de la 11ª, Juan Carlos Luna parecía dar el golpe definitivo para Las Tunas: un jonrón de dos carreras que ponía el 6-4. Pero Ciego de Ávila, en casa, no se rendiría. En la baja de esa misma entrada, aprovecharon un error del tercera base Alexis Griffith para embasarse. Un out después, Joel Caldes conectó un elevado de sacrificio para acercar el marcador a 6-5. Con dos outs y la esperanza en la base, el emergente Miguel Regueiro conectó un sencillo al jardín izquierdo. El jardinero Abeisy Pantoja cometió un error, permitiendo que la carrera del empate cruzara el plato. 6-6. El estadio enloqueció.
El desenlace llegó en la 12ª. Juan García conectó un doble para Ciego de Ávila. Tras una base intencional, Julio Castillo conectó un largo fly al jardín derecho. No fue hit, pero fue suficientemente profundo para que García se colara en tercera. Con el siguiente lanzamiento, José García robó segunda y, tras el tiro del cátcher, Juan García aprovechó para llegar al plato con la carrera de la victoria. Final: Ciego de Ávila 7 - Las Tunas 6 (12 entradas).
Juego 3 (17 de noviembre): El epílogo en Baraguá
La serie se trasladó al estadio 9 de abril del municipio de Baraguá, pero la maldición de los extra innings los persiguió. Este fue otro duelo cerrado, donde el pitcheo volvió a dominar. Las Tunas rompió el hielo en la 6ª con un solitario jonrón de Ermidelio Urrutia. Ciego de Ávila empató en la 7ª con un sencillo de Miguel Regueiro que impulsó a Osmel Rodríguez.
Y otra vez, a extras. El marcador 1-1 se mantuvo inmutable hasta la entrada 12. En la parte baja, Víctor Arrieta abrió con un sencillo y se colocó en segunda por un error. Un out después, Mariano Marín recibió base por bolas intencional. Otro out. Las bases se llenaron con otra base por bolas. En una situación de dos outs, bases llenas y cuenta llena, el emergente Ernesto Baró conectó un sencillo al jardín derecho para dar la victoria y la serie a Ciego de Ávila. Final: Ciego de Ávila 2 - Las Tunas 1 (12 entradas).
Tres juegos. Treinta y siete entradas. Un desgaste físico y mental monumental. Esa fue la última vez, hasta este sábado, que el béisbol cubano vio algo así.

27 de septiembre de 2025: El récord que nace en el Victoria de Girón
Y entonces llegamos a hoy. A la serie que ha borrado esa marca de la tabla. Pinar del Río y Matanzas no solo han jugado tres extras consecutivos, sino que han ido más allá. El juego de este sábado fue un microcosmos de toda la serie: una montaña rusa de emociones que resumió por qué este deporte es impredecible.
El partido comenzó con una explosión: Matanzas anotó 4 carreras en la primera entrada, aprovechando errores y hits clave de Eduardo Blanco. Pero los Vegueros, fieles a su carácter combativo, respondieron. Remontaron con 5 carreras en el cuarto inning, un rally construido con paciencia y hits oportunos que dejó el juego 6-6.
Matanzas volvió a ponerse arriba en el sexto, pero Pinar del Río, de nuevo, no se achicó. Igualaron el marcador 8-8 en el séptimo inning con un doble de dos carreras de José De Jesús Pren. El pitcheo de relevo de ambos equipos, con Armando Dueñas Jr. por Matanzas, y Yancarlos García defendiendo a los “pativerdes”, contuvo la ofensiva rival en las entradas octava y novena, enviando el juego hacia el mismo destino de días anteriores: ¡extra innings!
Allí, en la décima entrada, bajo la presión de la regla del corredor en segunda, el partido se decidió. Matanzas fabricó dos carreras con un sencillo de Estebán Terry y un rodado de Eduardo Blanco que fue out, pero que permitió anotar. Esas dos anotaciones resultaron cruciales. En la baja del décimo, Pinar del Río anotó una y tuvo las bases llenas con solo uno fuera, pero Noelvis Entenza logró los dos outs siguientes para sellar una victoria agónica de 10-9.
La maldición (¡o bendición!) que perdura
El récord está establecido. Cuatro juegos. Cuatro extra innings. Anteriormente, esta rareza se había visto solo tres veces en 63 años: Mineros vs Industriales (7 SNB), Granma vs Isla de la Juventud (23 SNB) y Las Tunas vs Ciego de Ávila (31 SNB). Pero esta serie aún no termina. Este domingo, Pinar del Río y Matanzas volverán a enfrentarse en el Victoria de Girón. La pregunta es inevitable: ¿Veremos un quinto extra innings consecutivo?
Lo que se registró por última vez en 1991 entre Ciego de Ávila y Las Tunas fue una auténtica edición de “Lo nunca visto”, un testimonio de la paridad y la tenacidad del béisbol cubano de la época. Lo que estamos presenciando ahora entre Pinar del Río y Matanzas es la evolución de esa misma esencia: un duelo de voluntades donde ningún equipo está dispuesto a ceder. Es el tipo de béisbol que agota a los jugadores, enloquece a los managers y deleita a los puristas. Es una historia que se escribe con cada lanzamiento, cada swing y cada jugada, y que, por ahora, no parece tener prisa por terminar.
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